sábado, 14 de noviembre de 2009

USA, un país donde todo está muy frío o demasiado caliente.

Nuestras vacaciones americanas nos han dejado algunos momentos inolvidables. Y han sido, como siempre, mucho más gastronómicas que activas. California, desde el sur en su frontera con México hasta Napa Valley, es un inmenso país lleno de gente diversa que convive dentro de aún más inmenso continente en el que los orígenes, las fusiones y hasta las personas se confunden. Se mezcla lo latino con lo hispano, lo español con lo mejicano, lo europeo con lo francés y así en un sinfín de mezclas que podría llevarnos a la más rocambolesca confusión a todos los niveles, y que ha dado subproductos que hoy en día ya son categorías en sí mismas (como la comida tex-mex o el california roll). California es también el exponente de la vida sana, lo ecológico, lo sostenible.
Estados Unidos es un país de contrastes, eso ya se sabe. Un país en el que todo está etiquetado, y más te vale saber en qué cajita encajas tú antes de relacionarte con quien sea... porque los americanos necesitan de esa denominación clasificatoria antes de nada. Y es, además, un país de extremos: visuales, paisajísticos, culturales, religiosos. Un país donde todo está muy frío o demasiado caliente, del aire acondicionado a la coca-cola plagadas de hielo al infinito o al hirviente café de las mañanas. Un lugar donde hay que tener claro dónde te encuentras para hacer uno u otro comentario al respecto de lo que sea. Donde se triunfa o se es un perdedor. Y a pesar de todo ello, un país donde aún te permiten triunfar, donde, por raro que seas, se te permite ese estado de frikismo, con la naturalidad de quien clasifica un nuevo bicho recien descubierto, al que se debe etiquetar pero nunca prejuzgar. Una sociedad que no dejo de mirar con perplejidad, que necesito y odio al mismo tiempo, una sociedad que al final del viaje me carga enormemente y no soporto. Para mí volver a Estados Unidos es activar la socióloga analista que hay en mí, la observadora caústica, la crítica social, la irónica malvada, la benévola activista, la europea prepotente, la humilde provinciana y la que al final acaba admitiendo que aun así y todo, siempre quiere volver.

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