lunes, 30 de abril de 2012

Damien Hirst en la Tate de Londres: Genio Brutal







Hoy ha salido el sol de manera espectacular, todo brilla más en Londres, todo es más bello si sale el sol. Un parque o la orilla del río son los lugares en los que es más visible el milagro: sonrisas, bicicletas, cientos de músicos callejeros, gente corriendo, tirantes y sandalias (hace apenas 24 horas eran botas y paraguas). El extremismo del tiempo londinense es abrumador.

Hoy para nosotros es día de museo. No podemos estar aquí una semana coincidiendo con la exposicion de Damien Hirst y no ir a La Tate Modern. Uno, porque es nuestro museo favorito de Londres, favorito porque siempre programa espectacularmente, por la vista de St Paul enfrente y el Millenium Bridge de Foster (que siempre cruzamos por placer, es como un puente amortiguado en el que uno tiene la sensación de rebotar). Dos, porque Hirst es nuestro artista contemporaneo favorito. Y sí, será radical, brutal, absurdo, oportunista... pero es un genio. Conceptualmente potente, visualmente abrumador, bestial en su enfoque....

Y qué mas da si tiene un equipo de gente que fabrica sus obras. Me da lo mismo que lo suyo sea artesanía que un estudio creativo en el que hay un genio que dirige y canaliza ideas. Es lo mismo que decir que los diseños de Tom Ford no son suyos porque los cosen unas señoras mayores en un taller de Milan.


 Hirst son mas que calaveras de diamantes, cabezas de animales cortadas o en formol, pastillas en estanterías o paredes llenas de puntitos de colores.... Hirst es la vida y la muerte, impacto y radiografia de la sociedad en que vivimos, sobre medicada, asustadiza, inmersa en un ciclo infinito en el que la vida sucede a la muerte y a la vida de nuevo y en el que sólo tenemos una breve secuencia de tiempo para existir.

La exposición está perfectamente separada en secciones, con una primera sala en la que hay apenas 4 obras que explican sus obsesiones desde el comienzo, el origen: una serie de cacerolas colgadas al revés -enseñando el fondo- y pintadas cada una con un color, su base pintada es un circulo de color; una fotografia suya de joven junto a la cabeza cortada de un muerto que es igualito a Churchill; unos cubos enormes de colores sujetos en la pared; y un mural de madera con puntos de colores imprecisos.


Hay al menos una decena de animales en formol. Impactantes. Me pregunto por qué me impacta una oveja en un tanque de líquido. Hay cabezas de terneros peladas, cientos de peces descoloridos con los ojos opacos, cada uno en su pequeño tanque de formol pero colocados uno al lado del otro cubriendo una pared, todos nadando inertes hacia el mismo lado como en un enorme collage del color que uno imagina debe tener la muerte, ese color sepia indefinido de foto vieja..... Están las ovejas: la negra y la blanca. El famoso tiburon, ese que ha cubierto media prensa internacional. La vaca y el ternero cortados por la mitad en enormes tanques de metacrilato, diseccionados (dentro de la vaca, embarazada, hay además un pequeño ternero-feto que pasa inadvertido para la mayoría). Te explican además que la vaca es madre del otro ternero que también enseña sus entrañas desde el formol al público; no es un dato gratuito -¿Por qué es más terrible si sabemos que el ternero es su hijo?¿por qué tendemos a humanizar a los animales?- Son animales que comemos, que encontramos en el super o en la carniceria y aquí sobrecogen.
 El tiburon es brutal, no solo por la presencia intimidante, las fauces abiertas, los dientes de sierra... sino por el efecto óptico del tanque, mareante... apenas puedes mirarlo de cerca porque el cristal hace un efecto lupa distorsionante que te provoca una nausea extraña. Por su boca abierta ves casi el estómago del animal e imaginas tu brazo dentro o tu cabeza.... Me sorprenden los dientes, son redondos como monedas, parecen avellanas que se pudieran romper al tacto...


Los animales en tanques conviven en salas enormes con las series de puntos de colores de Hirst, algunos minúsculos como aceitunas, otros grandes, enteros o cortados, pintados sobre la propia pared de la sala o en lienzos enormes de más de 5 por 3 metros. Ningun color se repite -segun Hirst- y la distancia entre los puntos es equivalente al tamaño de cada uno de ellos.... así se suceden, como un juego diábolico que podría llevarnos al infinito.

Despues llegan las series inacabables de pastilleros, estanterías en las que minúsculas pildoras de infinitos colores se suceden. Salas completas de suelo a techo de armarios de medicinas, de instrumentaria médica plateada, perfectamente ordenada: forceps, tijeras, escalpelos, cuencos con esa terrible forma de riñon.....Y de nuevo la ansiedad. Comienzas a sentir ansiedad brutal, esa sensación terrible, la falta de energía, la presión en el pecho que experimentamos en los hospitales. La sombra de duda está contigo. Siempre tenemos miedo a la enfermedad, la muerte. Este miedo queda patente en la sala de la farmacia, llena de estantes y medicamentos, con mostrador, con neones verdes, con un enorme aparato eléctrico coronando la estancia, de esos que matan moscas en el exterior con su luz azulada, que te recuerda que la muerte está ahi....

Pasamos luego al Hirst amable de mariposas de colores, mariposas primero sobre lienzos monocromos, mariposas reales luego que vuelan y se posan en los lienzos blancos de la sala. Entramos con cuidado y salimos atravesando una cortina de plástico para no llevarnos ninguna prendida en el pelo o en la ropa. Mariposas que se continuan en series infinitas de lienzos y que sustituyen a los puntos haciendo pattern de millones de colores o vidrieras de iglesia... increibles caleidoscopios de mariposas de colores que además empapelan las salas de suelo a techo. 
En la sala de mariposas azules celestes un enorme cuadro redondo y negro de textura cremosa y brillante, como de asfalto, ocupa casi toda la pared. En medio de la sala una oveja negra en formol. -Vaya, cuando ya habíamos olvidado los animales muertos aparecen de nuevo-. La oveja mira al cuadro negro en la habitacion empapelada de mariposas de colores pastel. Un cuadro bello que contrasta con el añil. Y que al acercarnos se descubre hecho de millones de moscardones muertos y pegados, una enorme masa de moscas informe y asquerosa. Bella en la distancia, terrible en la cercania.
Brutal!


Tras esta sala debiera haber una vacía con sillones para sentarte un rato y coger aire, pensar en cómo algo que representa la vida y la belleza convive con las moscas. Como algo bello en la distancia es brutal en la cercanía. La vida y la muerte en la misma sala.
La oveja....

Pero no, saltamos a una sala dorada, llena de espejos, estanterías, y millores de diamantes. Hay algo de arte mejicano funerario en Hirst, algo de Bollywood, algo pop, algo de Mondrian y de Klimt, algo universal y clásico. Es un enorme caleidoscopio que curiosamente encaja de forma congruente.... y eso es lo más irracional de todo.

Hirst es un fan de la reiteración.... A las colecciones de puntos, a las de mariposas frente a las moscas, le siguen enormes series de diamantes..... No he mencionado antes las series de colillas de tabaco en estanterías, el gigantesco cenicero de tamaño piscina lleno de cenizas y cajetillas que llama "Crematorio" o ahora los fondos dorados en los que repite mariposas o puntos. Tras las secciones y las series: un recuerdo. Por ello, a la salida, cuando ya has olvidado los puntos de colores o los animales encuentras una paloma en formol. ¿Puede haber algo con más simbolismo que una paloma? A su lado, un cuadro llamado "Remembrance"... un lienzo en blanco lleno de puntos también en blanco que apenas se perciben... a modo de chiste silencioso para tu memoria, de una belleza satírica brutal.




Salimos pitando a buscar algo que beber. Estamos silenciosos, apenas cruzamos cuatro palabras tipo "impresionante" o "impactante".... Estamos todos digiriendo las dos horas que hemos pasado entre moscas, puntos, cabezas y mariposas. No se permiten camaras ni telefonos, y de hecho el telefono movil si se activa suena con una especie de alarma que los detecta, así que me quedo con ganas de haber fotografiado todo. Una buena manera de vender catálogos de la exposición para recordar en casa la experiencia.

Miento si no digo que esta ha sido la más satisfactoria y constructiva de mis experiencias en el mundo artistico. Hay muestras que te gustan por partes, hay cosas que entiendes o no, que te impactan y con las que tienes que ejercitar tu empatía para entender qué se quiso transmitir. En esta no. Simplemente fluyes, fluyes con las obras, te dejas seducir, te dejas llevar, cada pieza es como un imán. Las lees sin necesidad de explicación.


Me siento en el exterior de la Tate a mirar el horizonte, el skyline con la Catedral de St Paul, la belleza de la ciudad. El sonido de un músico haciendo versiones de Bruce Springsteen que me atrapa y me conecta de forma invisible con toda una generación sentada en el cesped escuchando. Y pienso en lo que daría por llenar mi casa de series infinitas de puntos, de mariposas o de pastillas... En la belleza de la reiteración, que siempre ha sido un recurso creativo lícito aunque muchas veces mal utilizado. En la sociedad enferma de pastillas. En la pinta tan rara que tiene Hirst (a medias entre un hooligan de pueblo y el cantante de los Communards). En la calavera humana llena de diamantes y platino. En lo mal que olia la cabeza de vaca cortada llena de moscas (uy, olvide comentar estas obras en mi post). En el té. En Londres. En ese instante de felicidad que acabo de atrapar en estas lineas para siempre.

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