viernes, 6 de abril de 2012

Roma III: Letargo de polvo y siglos

Roma, no es una capital, es un museo gigante, un trozo de fotograma, una postal... es mítica. Pero tambien es una capital castiza en la que aún hay comercios pequeños. Se parece más a Lisboa que a Madrid, aquí nos hemos dedicado a destruir todo vestigio del pasado, no vaya a ser que se nos vea el plumero. Y Roma sigue viviendo en su esplendor,  anclada en los 60, esa epoca en la que Roma fue más Roma que nunca y en la que uno podía tomar un machiatto aproyado en la barra del Cafe de Paris junto a Mastroiani o Gregory Peck. Estrellas que llenaban Cinecitta, la Via Veneto, compraban en Via Condotti y cenaban en Harry's Bar.

Hoy en día, en muchos cafés de suelo de marmol, en las salumerias, tras los mostradores refrigerados de quesos o bandejas de gnocchi, fuentes de verduras rebozadas o polpetti, adornados con rodajas de naranja y guindas, uno podría encontrarse a Sofía Loren o a Carlo Ponti sorbiendo un cappuccino.
Franchi, en la via Cola di Rienzo, es una especie de tienda deli, de cafetería Mallorca de los 60. En su reducido espacio conviven quesos frescos y curados junto a jamones de Parma colgados en sus mallas y muchos vinos -algunos demasiado viejos- en la estanterías. Camareros de chaquetilla blanca te sirven alcachofas romana o fritas para llevar o para tomar en el local en pequeños veladores de acero inoxidable. La cajera, me imagino que es la propietaria, entrecruza sus dedos abrazandose la barriga, junto a la puerta, haciendo guardia en su mostrador, vigilante a la caja regsitradora en la que tica y cobra...

Paramos para un aperitivo rápido por recomendación expresa de Federica: Aquí hay que tomar suppli -que son esas bolas de arroz con parmesano y mozzarella rebozadas- y un carccioffo fritto... mientras miramos la ajetreada avenida. La alcachofa es maravillosa, hay pocas cosas mejor que una alcachofa frita y me encanta el ambiente de tienda de barrio, de deli de toda la vida.
Cola di Rienzo esta llena de tiendas de todo tipo: camisas, pantalones de hombre de 2 tallas menos que marcan paquete y culo en los maniquíes... corbatas, farmacias, bikinis...Oímos el caotico tráfico romano, los turistas perdidos buscando el Vaticano... es primavera y hace calor. La ciudad es marrón y gris, a veces color óxido, acero cortén, cambiante, diferente por barrios, pero la misma en esencia..... Vestigios de imperio, decadencia de lechuga cortada en juliana y guinda en los postres, potente y mítica como Sofía Loren y un plato de penne amatriciana.

Roma tal vez necesite modernidad para salir de ese letargo de polvo y siglos. Un empujón que la convierta en capital mundial. Aunque reconforta respirar seguridad en la calle, cruzarse con grupos de americanas inofensivas con chancletas y los pies llenos de ampollas, volver cada década y comprobar que todo sigue igual, con sus camareros de pajarita y chaquetilla blanca. Saber que el esplendor de los 60 no sólo sobrevive en los anuncios de D&G. Yo por lo pronto necesito algo de ejercicio y menos comida....vuelta a la rutina y la costumbre. Escribo esto sentada en una escalera en el Campidoglio, mientras estiro mis lumbares que se quejan por falta del pilates semanal, mientras, miro la estatua gigantesca y  falsa de Marco Aurelio, mientras pienso, por primera vez, que me siento mayor...y que yo no sobreviviré, como la Loren, siendo un mito.

Franchi
Via Cola di Rienzo 204
Roma

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